Como psicólogos, es fácil hacer una lista de las preguntas que recibimos usualmente por parte de nuestros pacientes. Aunque estas preguntas pueden aparecer al principio, durante o incluso al final de la terapia, hay una combinación que siempre está presente: cómo lo hacemos, cómo funciona y cómo lo hago. A pesar de haber escuchado esta trilogía cientos de veces, me pasa todavía que antes de responder, me hago la misma pregunta hacia mis adentros: ¿Qué es lo que hacemos los psicólogos? La respuesta, evidentemente, tendrá que adaptarse al caso particular de cada persona, en línea con el proceso terapéutico que atraviesa.
Sin embargo, sí es posible trazar unas líneas generales para las respuestas acerca del “cómo”, especialmente si retomamos la idea del proceso. Si miramos un proceso como una serie de pasos para llegar a un objetivo, en el contexto de una terapia entendemos entonces que es necesario fijar una meta para nuestros pacientes. Esto es a lo que llamamos “fondo”, es decir el lugar al que queremos llegar o hacia el que nos dirigimos con cada sesión terapéutica.
Así, durante la terapia se establecen diálogos entre el psicólogo y el paciente, los cuales están siempre determinados por este fondo. Estas conversaciones no son solo una forma de verbalizar lo que le pasa al paciente, ni tampoco son solo ideas que salen de forma aleatoria o desconectada como si se tratase de una reunión de amigos. La conversación que se plantea desde la terapia es una en que se pone sobre la mesa cosas que probablemente no se había hablado o pensado, es decir, una conversación nueva que abre y descubre cosas que antes no se podían percibir. Se trata por tanto de una conversación reveladora de secretos, aún si estos ya se conocían o se sospechaba de su presencia. Cuando esto se hace, los temas se escuchan con toda la importancia que adquieren durante la terapia.
Es importante resaltar este aspecto de la terapia porque conversar y hablar es vital desde nuestra condición de humanos. No podemos existir sin hablar, sin comunicar, sin ser historias que se expresan en palabras o en gestos. En una sesión de terapia intentamos por tanto conversar de forma diferente, intentando usar perspectivas distintas sobre nosotros mismos y por ende sobre lo que nos rodea. De esta manera, lo que comienza a surgir son ideas nuevas que podrían provocar a su vez nuevas experiencias y aprendizaje. Conversando así hacemos algo que no se ha había hecho antes.
La pregunta obvia es, ¿por qué un paciente no puede hacer esto por sí mismo? Básicamente porque los humanos tenemos un límite de conciencia sobre nosotros mismos. Además, el día a día nos quita mucha de la atención sobre cómo conectar con nosotros mismos. Claro que esto tiene mucho que ver con el entorno social y cultural en el que vivimos, especialmente con la forma como entendemos la relación entre causa y efecto de lo que nos pasa, algo muy ligado a la concepción acerca de la medicina y la salud mental que tenemos en la cultura occidental, algo que hace que se pueda confundir los efectos entre algo normal y algo relacionado con un proceso psicológico.
Dicho esto, tenemos que tomar en cuenta que nuestra mente está acostumbrada a trabajar así. Es decir, con la mirada puesta casi siempre hacia afuera, hacia lo tangible y concreto. Es por esto que a veces es difícil entender lo psicológico, mucho más abstracto, casi de otro mundo y generalmente conectado con las emociones. Nuestra mente necesita por tanto regularse y, si no estamos plenamente consciente de lo que pasa en nuestro foro interno (como suele pasar la mayoría de las veces), es muy probable que ni siquiera nos demos cuenta de que algo está fallando o incomodando. Las señales que el cuerpo emite para darnos cuenta de esto, es a lo que llamamos síntomas: el insomnio, la angustia exagerada, exceso de nervios, cansancio crónico, entre muchos más.
Aún en este punto, es común que decidamos ignorar estos síntomas, hasta que algo se rompe y explota. Es entonces cuando se suele pedir ayuda ya que el psicólogo puede iluminar esa áreas internas que antes no se podían ver y que ahora deben ser abordadas decididamente, hablar de ellas y aprender a generar los cambios para aliviar aquello que está causando sufrimiento.
Así que si sabes el porqué, sabrás el cómo, pero en todo caso la pregunta la tendrás que hacer tú mismo.
J. Ramón Carrillo

Cómo funciona la terapia psicológica: del porqué al cómo
¿Qué es lo que hacemos los psicólogos? La respuesta, evidentemente, tendrá que adaptarse al caso particular de cada persona, en línea con el proceso terapéutico que atraviesa.