Cuando la depresión llega, deshace sus maletas y se instala en la persona todo el tiempo que pueda. Poco a poco se va apoderando de nuestras emociones, de nuestras ganas de hacer cosas y de nuestros intereses produciendo así una profunda tristeza y un sentimiento de culpabilidad. Además, aparece la “bradipsiquia” que se caracteriza por la ralentización del pensamiento y la “bradicinesia” que es el ralentizamiento motor. Así pues, la depresión acaba apoderándose de la vida de la persona.
Todos hemos escuchado hablar de “depresión” más de una vez en nuestra vida, pero debemos saber que a menudo se malinterpreta su significado. Teniendo en cuenta este preámbulo, es importante saber que la depresión no es únicamente sinónimo de tristeza y malestar. Como hemos visto, la depresión está compuesta por diversos síntomas difíciles de gestionar exclusivamente por uno mismo. Es por eso por lo que la depresión no desaparece espontáneamente. Debemos actuar y pedir ayuda lo antes posible, ya sea a un familiar o a un especialista directamente.
Tras tomar la decisión de pedir ayuda, se abre un mundo de posibilidades en cuanto a qué profesional escoger y qué modalidad de terapia seguir. Es un tema difícil y por eso os queremos mostrar una propuesta de intervención interesante y eficaz: la Terapia Individual Sistémica (TIS). Tratamos a la persona que sufre depresión individualmente, pero en relación con su entorno, ampliando así la mirada y los recursos potenciales. Así pues, la psicoterapia individual no sólo incluye el abordaje de los problemas del “paciente identificado”, sino que también centra su foco de interés en la exploración de sus relaciones significativas: la depresión también afecta y repercute a los familiares y amigos cercanos. Necesitamos esta visión dual porque, aunque sea un solo miembro el que padece la depresión, los procesos familiares forman parte del problema, de su mantenimiento y de su solución. Es por ello por lo que en alguna sesión cabe la posibilidad de contar con la participación de algún familiar significativo.
A continuación, expondremos las características más relevantes para tratar la depresión desde la terapia individual sistémica:
- Contemplamos al individuo como un ser proactivo. Es decir, que sus actos influyen tanto en sus relaciones familiares y significativas como en sí mismo y, a la vez, es también influido por dicho entorno.
- Focalizamos la terapia en “la centralidad” del paciente haciéndolo protagonista del cambio. El objetivo es empoderar al paciente y que se sienta capaz de gobernar, otra vez, su vida. El principal beneficio de esta estrategia es que impide que la persona con depresión se estanque y se le ayuda a romper el bucle de indefensión y desesperanza en el que se encuentra.
- Exploramos qué papel y qué significado tiene la depresión en el paciente y en sus relaciones significativas, dado que cada familia la entiende y la vive de un modo distinto. Así pues, es necesario poner sobre la mesa dicho significado para que el terapeuta y el paciente entiendan las dinámicas y las puedan transformar en otras de más adaptativas.
- Ayudamos al paciente a modificar sus formas de relacionarsede modo que logre una disminución de su malestar y una mejora en su síntoma/problema.