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Crisis y salud mental. ¿Cómo y a quién afecta la crisis?

Siguiendo con nuestro artículo anterior nuestro colaborador externo Francisco José Eiroá Orosa nos comparte este artículo publicado en expertoenpsicologia.com el 20/08/2012

Recientemente el Parlamento Europeo celebraba un taller de expertos al que fui invitado. El título del taller era “Mental Health in times of Economic Crisis” (Salud Mental en Tiempos de Crisis Económica). El estremecedor epígrafe de la primera parte del taller rezaba: “Every 1% rise in unemployment correlates to a 0.8% rise in suicides: Europe is facing a mental health crisis” (Cada aumento del 1% en desempleo se correlaciona con un aumento del 0,8% en suicidios: Europa se enfrenta a una crisis de salud mental). Aunque el título suena muy contundente, aparte de ese dato suscrito a la enorme diversidad sociocultural europea, no existen todavía evidencia de los sectores de población y los mecanismos de la influencia de la crisis económica sobre la salud mental y el bienestar psicológico en general de las personas.

Para poder explicar a nuestros lectores cómo funciona la complicada dinámica entre los cambios sociales y el bienestar psicológico personal, debemos irnos al pasado y más específicamente a un estudio de revisión que realicé en abril de 2012, razón que fuese invitado al taller. El estudio trataba sobre las consecuencias sobre el bienestar psicológico y social del cambio sociopolítico más abrupto de la historia de Europa: la caída del bloque Soviético. Aunque a primera vista nos pueden parecer muy diferentes ambos escenarios (y evidentemente lo son), se parecen en la cantidad de personas que vieron transformado su día a día, sus planes, su lugar de trabajo (o la pérdida de éste) y su manera de entender el mundo. Pero tanto una buena parte de los habitantes de Europa Central y del Este como la mayoría de personas que esté sufriendo la crisis nos podría decir: “a mi no me afecta, sigo luchando día a día”. En este sentido, las conclusiones del estudio nos apuntan tres factores que podrían diferenciar a las personas que se ven afectadas por estos cambios:
  • soporte social, 
  • locus de control y 
  • autoeficacia. 
En palabras menos técnicas: 
  • la calidad de nuestras relaciones personales y el soporte que nos ofrece la familia y amigos, 
  • la sensación que lo que pasa en nuestras vidas está influenciado por lo que nosotros planeamos y podemos controlarlo y, por último, 
  • la confianza en que podemos enfrentarnos a un problema y solucionarlo,
son los elementos diferenciales entre una persona que se enfrenta a los avatares que la crisis haya podido causar en su vida y otra que se derrumba ante la situación.
Una reciente conversación mantenida con una psicóloga de un centro de atención pública puede ayudarnos a ilustrar los conceptos anteriormente expuestos. Aunque todavía sin datos exactos, muchos psicólogos han ido notando la introducción de pacientes que antes no consultaban. El perfil se corresponde con personas de mediana edad, mayoritariamente (aunque no sólo) varones, que antes disfrutaban de un estatus más o menos cómodo, enfrentados al fin de sus contratos o la ruina de sus negocios. Estas personas hablan que el mundo “se les ha venido encima”, que no pueden recuperar la sensación de control que tenían, que se sienten diferentes respecto a los demás. Alguna gente incluso habla que han perdido autoridad sobre sus hijos/as o subalternos/as.
Lo cierto es que nos enfrentamos a una cruda realidad: una manera de entender el mundo, de comportarse, de trabajar e incluso de ejercer la autoridad de padre o jefe que definía a personas de éxito o al menos bien adaptadas y respetadas en nuestra sociedad, funciona tan mal en tiempos de crisis o cambio, que estas mismas personas se sienten desesperanzadas, sin control sobre sus vidas, sin capacidad para enfrentarse a sus problemas. Esto nos puede llevar a pensar: ¿Era sana esa manera de llevar la vida? ¿Tienen ellos la culpa de haber llegado a la situación en la que están? Estas preguntas no son fáciles de contestar y probablemente no haya dos psicólogos o profesionales de la salud mental que lo respondan de la misma manera, pero citaremos a Prilleltensky (eminente psicólogo de la universidad de Miami) que ante la pregunta que le formulé en el último Congreso Internacional de Psicología: “¿Cuál debe ser el papel de un psicólogo ante la crisis y los recortes actuales en un país como España?”, respondió: “Probablemente lo mejor que podemos hacer es recordar a la gente que, a pesar de lo que dice la agenda liberal, ellos no son los culpables de lo que está pasando, pero sin hacerles olvidar que ellos mismos siítienen la capacidad de resistir y poder hacer frente a los problemas que se les irán presentando en los próximos tiempos”. Francisco José Eiroá Orosa

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