Cuando vas al psicólogo no vas a curarte, vas a conocerte mejor

Curar, como yo lo percibo en psicología, consiste en cambiar mientras se avanza hacia adelante, no hacia atrás; es evitar justamente volver al estadio anterior ya que desde la perspectiva mental, el cambio supone una mirada al futuro.

Hace poco leí un artículo que llamó mucho mi atención a partir de una idea resumida en una sola frase: “el tiempo no cura nada”. En resumen, la idea del autor giraba en torno a que el tiempo, como unidad de medida de las cosas, no influye directamente en ellas. Quien lo hace, es quien actúa durante ese período de tiempo, por lo que es en realidad el protagonista de cambiar las cosas para sentirse mejor. Yo estoy totalmente de acuerdo con esto. Cuando escuchamos la fórmula de “el tiempo lo cura todo”, lo que tenemos delante es un falso positivo; es decir, algo que parecería explicar una cosa sin tener en realidad relación alguna con ella. Cuando se trata de un cambio personal, esto podría sonar a una invitación a esperar que las cosas se arreglen solas, porque sí. Pero, ¿por qué tendrían que hacerlo? Acudir al psicólogo es un acto completamente contrario a la idea que acabo de exponer. Es desafiar precisamente la tesis de que las cosas se solucionarán esperando. Además, la última década hemos visto cómo cambia el paradigma alrededor de la figura del psicólogo, algo cada vez más habitual. Sin embargo, también es cierto que aún está muy anclada la idea de que el psicólogo está dentro de las profesiones médicas, en donde se tiene una especie de manual con recetas anímicas con el fin de curar a un paciente y devolverlo a su estado natural previo a la enfermedad. Es precisamente aquí en donde discrepo con algunos profesionales del ramo ya que considero que la psicología no cura en el sentido médico. Curar, como yo lo percibo en psicología, consiste en cambiar mientras se avanza hacia adelante, no hacia atrás; es evitar justamente volver al estadio anterior ya que desde la perspectiva mental, el cambio supone una mirada al futuro. Lo que pasa es que como somos incapaces de ver el futuro, a veces es difícil entender cómo se construye el cambio. Pero la verdad es que la respuesta no siempre es tan compleja, se trata de explorar alternativas y activarlas tanto a nivel emocional como pragmático, para lograr así cambiar la dinámica anterior a aquello que nos incomoda. Es evidente que este no es un proceso lineal pues depende de una complejidad enlazada con las circunstancias internas de la persona, pero también con las de su entorno. Es por esto que decir “vamos a quitar el problema” no es lo más adecuado. Lo correcto sería plantear “vamos a transformar esas circunstancias”. La mayoría de males que aquejan psicológicamente a una persona son un intento de estabilizar la vida a través de recibir unos “avisos” sintomáticos, como la ansiedad y la depresión, los cuales en un principio son, dependiendo de la circunstancias, leves pero que si no son atendidos pueden ir en aumento. Así, resulta clave que seamos capaces de escuchar las señales a tiempo, algo que no siempre resulta fácil. Sentimientos de confusión, sumados con malestar y dificultad para dormir, preocupaciones intensas y nervios; todo eso puede ser relacionado con evidencias circunstanciales: almohadas viejas, encuentros con una ex pareja, amigos perdidos, discusiones inesperadas…todo podría explicar lo que pasa. Sin embargo, pasa el tiempo y la ansiedad persiste, llegando incluso a presentarse en forma de ataque. La medicación puede ayudar tranquilizarse pero no despeja la intranquilidad. Es entonces cuando la posibilidad de acudir al psicólogo sirve para romper esta espiral de señales y síntomas. En este ejemplo, esta persona podría utilizar la ayuda para conectar con su yo profundo, aquel que podría indicarle que sus problemas están relacionados con un conflicto con su sistema de valores (un desencuentro con sus padres), sumado con dudas puntuales con el momento que vive. Esto claro, no lo tenía presente, hasta que se profundizó en el tema y logró conectar con esa parte suya que con coincide con su vida actual. Es por esto que un psicólogo no pretende curar sino servir de puente para que la persona pueda conocerse mejor y tomar así las decisiones que se adecuen a su futuro. Siempre hacia adelante.  J. Ramón Carrillo

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