El arte de conversar dentro de la pareja

Aún las parejas que armonizaban en los primeros años pueden descubrir más tarde que sus conversaciones más simples están repletas de malas interpretaciones.

Pocas experiencias son más gratificantes que decir algo vago o difícil de expresar y saber que el otro entiende exactamente lo que uno quiere decir. Una conversación sutilmente afinada es un acto creativo, cuyo éxito no se mide solo por el hecho de que el otro entienda lo que decimos, sino también porque nos da la oportunidad de aprender del mismo. No es un monólogo, no es hablar de uno mismo sin importarnos los demás. Es importante conversar porque unimos afectos, emociones a las ideas: nos preocupa el otro o, nos ponemos en el lugar del otro, y para ello tenemos que salir del plano individual. Es claro que la interacción humana es la base en la que se forja la convivencia donde la persona se construye como ser complejo. La conversación es un camino, una vía desde la que nos encontramos a nosotros mismos mediante el diálogo con los demás, pues cada persona sabe exactamente lo que el otro dice y siente; un placer que se acumula en forma paulatina al poder hablar con libertad, ser comprendido y tener el asentimiento del otro. Este hecho se vuelve mucho más importante y complejo cuando nos referimos a una relación de pareja ya que el diálogo puede desarrollarse en forma llana, con un ritmo característico, como una danza en la que cada compañero conduce o sigue, alternativamente, y de un modo armonioso cuando hay sintonía entre los cónyuges. No obstante, en los matrimonios desavenidos, los placeres de la conversación se pierden en descalificaciones y malentendidos. El ritmo se altera gradualmente cuando en el curso de la relación, se acumulan estilos diferentes, intereses y perspectivas en conflicto. Aún las parejas que armonizaban en los primeros años pueden descubrir más tarde que sus conversaciones más simples están repletas de malas interpretaciones. ¿Cómo se perdió el diálogo fluido? Nuestra actual manera de vivir la vida aumenta el riesgo de perder de vista a quienes nos rodean. Por eso es tan necesario reivindicar el placer de la conversación y aumentar el interés de compartir nuestras vivencias, opiniones y sentimientos. La observación de que una pareja desavenida “no se comunica” entre sí, se ha convertido en una frase hecha y que lleva además mucha verdad detrás de sí. El “no nos comunicamos” es una declaración tan general, tan vaga, que es muy importante traducirla a problemas específicos que pueden tratarse dentro de la pareja. Mantener o recuperar el interés y la alegría de estar juntos y, por tanto, cambiar la comunicación con la otra persona es algo que conviene aprender y desarrollar. Irene Soler

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