¿Cómo se lo digo? ¿Me espero a que sea mayor? ¿Se enfadará? ¿Se sentirá culpable?...Cuando pensamos en el proceso de divorcio, se nos pasan muchas preguntas por la cabeza, algunas sin respuesta evidente. Sin embargo, es posible minimizar la afectación a todos los involucrados si se toman en cuenta aspectos muy claros.
Es claro que el proceso de separación y de divorcio puede generar diferentes dificultades, evidenciado en la falta de comunicación entre la pareja, la falta de acuerdo en el proyecto educativo de los hijos en los dos hogares o bien, la gestión emocional y la protección que deben proveer los padres. Todos estos aspectos siempre han de tener una continuidad, una coordinación y una misma dirección con el objetivo de procurar el bienestar de los hijos. Es decir, que los dos hogares no sean mundos distintos e inconexos, sino que se complementen.
Es importante que los padres escuchen, observen y hablen con los hijos sobre qué pasará en general, cómo será el proceso de mudanza y que, en los casos en que existan nuevas relaciones de parejas, no se forzará en la aceptación de esta.
Vendrán cambios, pero estos pueden ser positivos y tenemos que hacerles ver las ventajas, siempre teniendo en cuenta la edad de los hijos y su capacidad de adaptación a los cambios. Es igualmente importante que respetar las rutinas y hábitos y cumpliendo con las promesas y compromisos.
La práctica profesional nos lleva a afirmar que la correcta gestión del divorcio puede evitar futuras complicaciones en el desarrollo psicológico y conductual de los hijos, por lo que la prevención es la herramienta clave para gestionar estas situaciones.
Ana Costa
Evitar un mal divorcio
¿Cómo se lo digo? ¿Me espero a que sea mayor? ¿Se enfadará? ¿Se sentirá culpable?