La comunicación es un proceso muy complejo, en el cual dos o más personas transmiten sus pensamientos y sentimientos. Pero, no cabe duda que comunicar es mucho más que hablar, ya que la comunicación está compuesta por la comunicación verbal ( se estima que supone un 35% del total) y es todo aquello que decimos a través de la palabras. La otra parte, la comunicación no verbal (65%), corresponde a lo que podemos ver con nuestros ojos. Ésta última se refiere a todo aquello que podemos expresar mediante los gestos, el tono y el ritmo de voz, la expresión facial, la mirada, la posición del cuerpo y la vestimenta.
De esta manera, la comunicación no verbal nos puede decir mucho más de la persona que tenemos delante. A pesar de estos, cuando nos comunicamos prestamos mucha más atención a las palabras. El lenguaje no verbal está presente desde que nacemos (antes del lenguaje verbal) y es la única manera que los padres tienen para poder comunicarse con sus hijos hasta que éstos, con el paso del tiempo, adquieren el lenguaje hablado.
En el contexto de la familia, para crear un vínculo sincero y cercano con sus hijos los padres tendrían que enseñar a éstos a comunicarse de manera efectiva, convirtiéndose en un modelo a seguir en todo momento. Habría que señalar la importancia de que los padres deben ser los primeros en transmitir comprensión y seguridad. Es muy importante escuchar a sus hijos, sin interrumpir y utilizar señales no verbales como mantener la mirada, asentir con la cabeza e incluso repetir parte de las ideas que sus hijos puedan expresar (por ejemplo: si no he entendido mal…) para que éstos sean conscientes que les están escuchando activamente y que hay una intención real de comprensión.
Por otro lado, si los padres no están de acuerdo con algo, ellos deberían hablar desde el yo, es decir expresar cómo se sienten en una situación determinada sin echar la culpa a sus hijos. Por ejemplo, “me siento triste cuando hay discusiones en casa” en vez de decir “siempre estás discutiendo con tu hermano”. El hecho de culpabilizar o criticar al otro puede proporcionar inseguridad y distanciamiento, y por lo tanto, puede hacer que los hijos no se sientan cómodos hablando con sus padres. También es realmente importante que transmitan serenidad: utilizando un tono de voz suave, un ritmo moderado y unos gestos abiertos (sin tratar de proteger el cuerpo, como por ejemplo cruzar los brazos, etc.). Por último, los padres deberían crear momentos agradables donde poder compartir cosas con sus hijos, y también donde éstos puedan ver de sus padres una sonrisa, sentir un abrazo, notar una caricia, en otras palabras sentir su apoyo y afecto.
Para finalizar, sería muy interesante que los padres pudieran entender un poco mejor el lenguaje no verbal de sus hijos para descifrar algunas de las señales importantes. Esta sería una buena manera de intuir si les sucede algo y podrían intervenir de alguna manera para ayudarles. Aunque al inicio esto pueda resultar algo complicado ya que no estamos acostumbrados a analizar este tipo de señales, con el tiempo se pueden aprender y estar más atentos para facilitar la comunicación entre padres e hijos. Ejemplos útiles que podrían servir: si el niño no está siendo honesto, es probable que no pueda mantener la mirada mucho tiempo y que incluso intente desviarla, mientras se toca la nariz o se frota los ojos. Por otro lado, si se siente culpable frente a una situación, es posible que baje la cabeza y apriete los labios. En cambio, si nos está escuchando y pone el dedo en la boca, esto podrá significar que está guardando información o quizás que le gustaría expresar su opinión pero no puede hacerlo. En definitiva, es muy importante hacer un esfuerzo para entender la forma en que nos comunicamos y por tanto mejora la forma en que lo hacemos, especialmente cuando se trata de la relación entre padres e hijos.
Jessica Gálvez
La comunicación entre padres e hijos
“Lo más importante de la comunicación es escuchar lo que no se dice” (Peter Drucker).