La cuadratura del círculo: del pensamiento prohibido a la obsesión

En ocasiones, tenemos ideas o pensamientos absurdos, que incluso te hacen reír y descartas al instante. Otras en cambio, se tratan de ideas que rechazamos e incluso nos podemos sentir avergonzados.

La cuadratura del círculo es una “contradicción” geométrica que tensa el régimen de las formas y una interesante metáfora para explorar ciertos conflictos y divergencias en el ordenamiento social y cultural. Señala un juego de coincidencia y reciprocidad, así como de incertidumbre y desequilibrio. Un ejemplo de ello son esos pensamientos que emergen en nuestra mente de improviso. En ocasiones, tenemos ideas o pensamientos absurdos, que incluso te hacen reír y descartas al instante. Otras en cambio, se tratan de ideas que rechazamos e incluso nos podemos sentir avergonzados. Los pensamientos no deseados son aquellos que consideramos que no deberíamos tener, porque violan los códigos éticos, culturales o morales de la sociedad. Estos pueden estar relacionados con infligir daño a otras personas, pensamientos de actos sexuales considerados inmorales, ideas relacionadas con miedos, como la de perder el control y hacer daño a los propios hijos, a ti mismo, o simplemente tener ideas de irte de casa. A veces, este tipo de pensamientos van acompañados de impulsos, es decir, de un deseo de hacer realidad aquello que has pensado. Probablemente ese impulso dure tan solo unos segundos e inmediatamente otra parte de nosotros nos diga que realmente no lo deseamos, ya que nos sentiríamos mal con nosotros mismos si lo hiciéramos, de manera que dicho impulso desaparece. No obstante, hay personas que pueden sentirse muy mal por el simple hecho de haber pensado algo así, castigándose a sí mismos, considerándose malas personas o teniendo miedo de perder el control y volverse locos. Muchos de nuestros pensamientos son más un reflejo del miedo a que algo malo suceda a alguien a quien quieres, que de un deseo de hacerle daño. Pero este proceso puede dificultarse cuando estas ideas son interpretadas como un deseo de hacer daño, produciendo así una ansiedad intensa que puede llegar a obsesionar a la persona. Esta obsesión hace que dichos pensamientos se vuelvan más frecuentes, entrando en un círculo vicioso difícil de romper. Es en este punto donde diremos que llegamos a nuestra propia “cuadratura del círculo”, renunciando a cualquier intento de armonizarlos. Es decir, luchar contra los pensamientos “prohibidos” puede fortalecerlos, porque los transforma en obsesión. Si nos empeñamos en dejar de pensar en algo que creemos que nos hace despreciables por estar en nuestra mente, lo único que conseguiremos es incrementar la intensidad de dichos pensamientos o ideas. Siguiendo con nuestra metáfora, en este caso, tanto su dimensión circular como en su cuadratura y, específicamente en la oposición que representa; la tensión que se establece entre el círculo (“pensamientos prohibidos”) y el cuadrado (“soy una persona despreciable”) no se resuelve. Dicho todo esto, el mejor modo de librarse de los pensamientos indeseados no es suprimirlos, sino poder compartirlos y confesarlos a alguien. Las personas que exponen sus pensamientos y dialogan con el otro, tienen una mayor capacidad de gestionar sus emociones. Compartir estos pensamientos ayuda a caer en la cuenta que ocurre con mayor frecuencia de lo que uno se cree, y todo el mundo tiene, en mayor o menor medida, pensamientos no deseados sin ser estos un indicio de locura o descontrol. Irene Soler

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