Persona durmiendo en pila de libros

Navegando en la incertidumbre

No todas las personas toleran igual la incertidumbre; algunas pueden elegir el cambio como una aventura, deciden arriesgarse y les puede mover el entusiasmo o la esperanza. En otras ocasiones no es una elección personal, sino que tenemos la sensación de que algo no va a ocurrir como habíamos previsto.

La incertidumbre es una sensación que todos sentimos en un momento u otro; incertidumbre es la inseguridad de no saber qué viene,  de desconocer qué va a pasar. Es algo que solemos vivir con disgusto, incluso podemos llegar a preferir algo negativo pero seguro a la posibilidad de algo positivo, como nos recuerda el dicho popular “más vale malo conocido que bueno por conocer”. La sensación de incertidumbre es creciente en la actualidad ya que estamos en un momento de cambios generalizados y a gran velocidad. Resulta así difícil pensar en algo que siempre se nos ha transmitido como positivo: la estabilidad, la seguridad. En el ámbito del coaching o de la psicología positiva se utiliza el concepto de “zona de confort” para referirse a ese espacio personal en el que nos sentimos cómodos o seguros, pero que también implica inmovilidad y se nos anima a salir de ella para nuestro desarrollo personal. No todas las personas toleran igual la incertidumbre; algunas pueden elegir el cambio como una aventura, deciden arriesgarse y les puede mover el entusiasmo o la esperanza. En otras ocasiones no es una elección personal, sino que tenemos la sensación de que algo no va a ocurrir como habíamos previsto. No depende de nosotros y esta falta de control puede hacer que la situación se viva con mucho malestar, angustia y ansiedad. Y sin embargo la incertidumbre en estos casos sigue siendo una posibilidad. Nos podemos sorprender planteándonos escenarios que no habíamos considerado, no necesariamente porque sean malos escenarios, sino porque ya teníamos algo diferente en mente. ¿Qué nos puede ayudar a navegar por la incertidumbre?  En primer lugar es necesario ejercitar la flexibilidad; ampliar el foco para poder ver qué opciones tenemos, cuales desechamos y cuales intentamos; probar a desafiar la rigidez en la que nos hemos enfundado. No es negativo aceptar que en ocasiones no tenemos el control y poder vivirlo en ocasiones con miedo y otras veces con libertad, como algo emocionante que nos ocurre. Conocer cuáles son nuestros recursos, de qué herramientas disponemos para adaptarnos; confiar en nosotros mismos y en los otros. Y también incorporar la intuición, que en ocasiones puede ser una buena guía. Video: Qué es la zona de confort?

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