¿Por qué es buena la frustración para la formación de los niños?

¿Cuántas veces hemos visto a unos padres lidiando con un berrinche de sus hijos? ¿Os acordáis de ese padre o madre haciendo lo que sea para que su peque deje de llorar, dándole incluso eso que tanto quiere pero que no debería tener

¿Cuántas veces hemos visto a unos padres lidiando con un berrinche de sus hijos? ¿Os acordáis de ese padre o madre haciendo lo que sea para que su peque deje de llorar, dándole incluso eso que tanto quiere pero que no debería tener? Pues sí, eso pasa a menudo, y lo que se consigue es acostumbrar a que cuando los niños protestan siempre conseguirán aquello que desean. No hace falta decir que eso no es positivo para ellos ni forma parte de la realidad. Los adultos sabemos que la vida no es un camino de rosas, no siempre podemos tener todo lo que queremos. La vida es un continuo camino para superar obstáculos y todo esto requiere un esfuerzo, y esto se lo tenemos que inculcar a nuestros hijos. Hoy en día, los niños tienen demasiadas cosas, y todo a su alcance. Pero, si los educamos dando todo lo que desean, en un futuro, cuando sean más mayores su nivel de frustración será bajo. Es decir, a la mínima que alguna cosa les salga mal o no consigan algo que desean, se vendrán abajo y no lo podrán soportar. Esto podría afectar su capacidad para ser más positivos y tener la constancia que se necesita para conseguir sus objetivos. Es muy importante que los padres sean capaces de marcar unos límites claros a sus hijos ya que son ellos quienes tienen que saber decir que no a los niños cuando algo no les conviene y se deben de mantener firmes en esta decisión. Por ejemplo, siempre que un niño quiera chocolate o golosinas no se lo podremos dar, y muchas veces tendremos que decirle que no, ya que no es lo mejor para su salud.  Otro ejemplo que ocurre a nivel más general en nuestra sociedad, es el  uso de las nuevas tecnologías. Pienso que ahora los niños pasan demasiado tiempo delante de las pantallas: ordenadores, móviles, consolas, etc., y los padres podrían marcarles el tiempo que pueden estar delante de estos aparatos en vez de permitirles hacerlo siempre que lo desean.  Y es que ha cambiado mucho el modo de jugar que tienen los niños ahora al de hace unos años. Recuerdo cuando yo era una niña, ¿dónde están esas largas horas que pasábamos en el parque jugando al pilla pilla, al escondite…? Creo que los padres deberían de dar la oportunidad a sus hijos de disfrutar de estas experiencias, y de enseñarles que hay mucho más que hacer para pasárselo bien a parte de las maquinitas.  ¿Y por qué no? Ellos podrían ser los primeros en jugar con sus hijos, y revivir todo aquello que hacían en su infancia junto con las personas que más quieren en este mundo.  Jessica Gálvez

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