¿Quién decide lo que es la felicidad? ¿Sabes lo que quieres? ¿Por qué lo quieres? ¿Vas realmente en dirección a ella?
Son muchas las decisiones que hay que tomar a lo largo de la vida, opciones, dudas en referencia a lo que puede y no hacernos felices. El laberinto de la vida nos lleva a veces por caminos sin salida, otras veces nos perdemos y volvemos al punto inicial. A veces volvemos a coger esos mismos caminos pensando que nos llevarán a otro sitio, y algunas afortunadas veces llegamos al final, la plenitud y el bienestar.
Cuando pensamos en la felicidad en la vida, muchas veces nos vienen a la cabeza conceptos como: dinero, poder, éxito en lo profesional, vivir en lugares paradisíacos, tener una casa grande e hijos…Sin embargo, ¿quién ha decidido esto? ¿Realmente esto nos hace felices? ¿O hace que vayamos en la dirección que la sociedad dictamina?
Por norma general, no somos conscientes del impacto que tienen en nuestro bienestar las relaciones interpersonales, el vínculo que formamos con nuestra familia, nuestra pareja y con nuestros amigos. Somos seres sociales y la forma en que nos relacionamos con los demás, lo saludable que sean nuestras relaciones y la plenitud que nos aporten; pueden otorgarnos de una felicidad mucho más plena de la que pueden ofrecernos las “populares fuentes de felicidad”.
Es fundamental saber evaluar las relaciones que establecemos con los demás, y aprender a distinguir aquellas que nos hacen felices de aquellas otras que por el contrario, impiden la satisfacción en nuestra vida. Esto se debe a que el impacto de las relaciones en nosotros es enorme, tanto para lo bueno como para lo malo.
El autoconocimiento es otro de los pilares esenciales en este camino ya que nos permite saber qué es lo que realmente nos aporta plenitud y, a partir de ahí, enfocar nuestra energía y esfuerzos. Esto es importante porque a menudo y por varios motivos, terminamos por ignorarnos a nosotros mismos y por lo tanto, actuando por inercia sin disfrutar de lo que hacemos y sin saber si es realmente lo que nos hace felices o no.
Hay algunos momentos en los que la ayuda psicológica puede ser muy útil:
- Algo nos impide ser felices plenamente aunque no sabemos qué es. “Todo está bien, debería ser feliz”.
- Alguna de nuestras relaciones nos impide ser felices.
- Pasamos más tiempo pensando en lo que debemos hacer que en lo que queremos hacer.
- No nos conocemos a nosotros mismos y actuamos por inercia sin saber a dónde queremos llegar.
- Pensamos más en lo que necesitan los demás que en nuestras necesidades y voluntades.