Los psicólogos que trabajamos a través del lenguaje, pensamos que el habla es un ejercicio que implica mucho más que únicamente enviar información entre interlocutores. Si lo analizamos bien, trabajamos con el lenguaje, el habla y las palabras como herramientas para sanar. Es decir, se cura por las palabras en donde, por supuesto, intervienen diferentes niveles de pensamiento y cognición. Pero si nos preguntáramos cuál es la matriz, podríamos decir que es el vínculo a través del lenguaje y todas sus variantes, las que hacen que la palabra tome una importancia muy considerable.
Esto nos lleva a hacernos una pregunta: la manera de hablar, ¿influye en el vínculo humano? ¡La respuesta es un rotundo claro que sí! El cómo hablamos y en dónde hablamos (connotación y denotación) es fundamental para poder hacernos entender bien y transmitir así un mensaje que cumpla su objetivo. Pensemos que decir “auxilio” dentro de un hospital será muy distinto si lo decimos dentro de nuestras casas, o si un “culpable” lo dice un juez es distinto si lo dice un fontanero. Es decir, el lenguaje y su contexto marca mucho la compresión y el entendimiento de los mensajes.
En el micro mundo de la terapia psicológica sucede lo mismo, razón por la que para los profesionales que trabajamos con la palabra y el cuerpo es esencial tener una capacidad expresiva bien aguda y estar entrenados para poder connotar y denotar correctamente los mensajes que queremos expresar. Es por esto que las intenciones deben estar guiadas en una especie de guión. Este guión es como es de una historia, un cuento. Para nosotros, los humanos, las historias son mas importante de lo que pensamos ya que las narraciones de alguna manera nos constituyen como referentes de algo o alguien sobre una trama de relatos conectados con las emociones.
La terapia de alguna manera es contar una historia, dibujar en la mente una trama con sus inicios en el tiempo y un futuro lleno de posibilidades, de encuentros y reencuentros cargados de emociones, tanto de la nostalgia como de la esperanza. Pasado, presente y futuro se narran constantemente y las posibilidades de marcar infinitas posibilidades a la hora de hablarlo y narrarlo, hacen que podamos dotar a la historia una posibilidad de cambio. Y el cambio es justamente con lo que los profesionales de la salud trabajamos: cambiar para algo diferente, poder contar una historia que pueda ser vivida de manera diferente a la cual se esta contando al día de hoy. Cambiar el dolor o alguna situación difícil, a otra que pueda ser mas vivible. Estar mejor con lo que podríamos hablar y aún no nos lo hemos contado.
La utilización de cuentos como herramienta terapéutica genera un espacio creativo donde las palabras pueden surgir con imágenes potentes y liberar emociones que serán útiles para el análisis posterior. Los trabajos de Bruno Bettelheim (1976), sobre los cuales los cuentos permiten a los niños encontrar respuestas imaginarias a sus conflictos reales es el eje motivador de esta propuesta. “Así, el recurso a los cuentos y a sus personajes imaginarios permitirá ilustrar algunas recetas para vivir o sobrevivir más allá de los obstáculos...una forma de tomar lecciones de resiliencia…”
En palabras de Bruno Humbeeck: “el sendero que toman los cuentos permite a cada uno ir a buscar en si mismo los deseos que podrían hacerle feliz. Ésta es, sin duda, la función de los cuentos. Quien no ha aprendido a soñar es incapaz de trascender lo cotidiano, a la larga se sume en el presente y encoge en él su futuro.”
Una buena oportunidad para profundizar en estos temas es asistir al taller "Cuentos para la salud" que organizamos este mes. Aquí más información sobre el taller que organizamos con María Inés Cuadrado.
¿Qué tiene que ver la psicología y el contar historias?
La utilización de cuentos como herramienta terapéutica genera un espacio creativo donde las palabras pueden surgir con imágenes potentes y liberar emociones que serán útiles para el análisis posterior.