Cuando alguien habla de depresión, lo más habitual es que las personas piensen que es un tema que se debe tratarse únicamente de forma individual. Esto no es así exactamente. Cuando nos referimos a la depresión, es cierto que la padece un individuo, pero su mundo está construido a través de relaciones con personas ya sea en su círculo más íntimo o simplemente a nivel relacional. Por tanto, comenzamos reconociendo que no somos seres aislados de nuestro entorno. Pensemos por ejemplo en una persona cuya depresión tuvo como origen (por lo menos consciente para sí mismo) el fallecimiento de un ser muy importante en su vida. Si el tiempo no es suficiente para el consuelo y el duelo se estanca, es posible que la tristeza comience a extenderse a otros ámbitos de su vida, afectando por tanto también a quien le rodea.
Dependiendo de cómo se viven los síntomas de la depresión, a los afectados muchas veces les cuesta conseguir ayuda y consecuentemente tienen dudas acerca de los pasos para hacerlo. Evidentemente esto nunca es fácil y la solución no pasa por quedarse quieto o a la espera de que transcurra los días mientras la vida va tomando unos matices difíciles de procesar. A veces, un miembro de la familia es quien hace saltar la alarma y comienza a buscar ayuda, y lo que generalmente encuentra es su sistema más cercano de profesionales de la salud, en este caso son los médicos de cabecera.
Tanto el sistema público como el privado tienen diferentes maneras de abordar el problema de la depresión y cada uno vela por el bienestar de la persona. Sin embargo, muchas veces resulta difícil encontrar un profesional que relacione el enfoque familiar sistémico con la depresión o algún problema de índole individual. En CEPFAMI queremos ofrecer nuestro saber profesional y abrir una puerta a que las personas puedan conocer que existen distintas formas de abordar estos problemas. Es por ello que ofrecemos un servicio de terapia familiar profesional que ayude a la familia y a cualquier persona que necesite ayuda sobre un tema de salud mental en general.
El trabajo familiar ofrece la co-ayuda para el trabajo en equipo de todas las personas que conforman el mundo subjetivo de un individuo. Las personas que tienen una relación más intensa suelen ser las parejas, hijos, o incluso a veces personas de la familia extensa. El vínculo que se genera dentro de la terapia es una representación de lo que la misma persona vio crecer junto a él o ella, por lo que muchos de los recursos que pueden ayudar se encuentran ahí mismo, en la familia. Además, siempre que un sistema, en este caso el familiar, atraviesa una etapa de cambio, lo que suele hacer la terapia es redirigir un poco el proceso desde los propios recursos de la familia. De esta forma, el paciente “identificado” como triste, depresivo, cabizbajo, etc., reconocerá más facilmente dónde encontrar el cambio que necesita con ayuda de los demás. No obstante, por más extraño que parezca, es necesario poner en evidencia que no solo el “paciente identificado” se beneficia, sino que esto afecta positivamente a todos quienes interactúan a su alrededor.
La familia es así un espacio en el cual se puede apoyar el proceso cambio, donde los afectados de manera positiva son todos, incluso el propio terapeuta. Esto ocurre ya que siempre, a pesar de ser un elemento externo a la familia, este tercer elemento comienza a estar en una interacción especial que ayuda a la mejoría de todos y para todos.
J. Ramón Carrillo