¿Una vida sin ansiedad?

Con cada vez más frecuencia, llegan a nuestra consulta personas aquejadas de ansiedad que hacen preguntas a través del correo y de la mensajería instantánea de nuestra página web sobre cómo solucionar esta sensación asumida siempre como negativa.

Con cada vez más frecuencia, llegan a nuestra consulta personas aquejadas de ansiedad que hacen preguntas a través del correo y de la mensajería instantánea de nuestra página web sobre cómo solucionar esta sensación asumida siempre como negativa. Mi pregunta ante esta alarma que sacude la sociedad – y que refleja en ciertos casos una enorme preocupación de muchos sectores- es entender si en la práctica se tergiversa sobre lo que es la ansiedad en realidad. Se muestra sin estupor, y muchas veces atendiendo a un modelo “perfecto” de vida, que la ansiedad es muy mala, malísima; tanto que su presencia obstruye la vida de ensueño que podrías tener en otras condiciones. En este sentido, muchos de los mensajes en el imaginario social demuestran que estar triste o estar nervioso es algo casi prohibido pues nos alejan de cierto estereotipo de la calidad de vida que nos merecemos. Pero lo paradójico de todo esto es que una de las demostraciones sintomáticas de la ansiedad -como es el estrés por ejemplo-está muy de “moda” en el discurso médico, lo que lo sitúa en todo tipo de sintomatología en ese cajón de sastre. En mi opinión, hay que tener mucho cuidado con este tipo de relaciones: vida perfecta es = no ansiedad; o no tengo vida perfecta = estrés. Si vemos esto de más cerca, estaríamos frente a un círculo vicioso que llevaría a la mayoría de las personas a sentir cierto nerviosismo pues es una especie de trampa sin una salida segura, a menos que exista una “enfermedad” que justifique todo. Esto conlleva a fijar una etiqueta que autoriza a estar nervioso, ya que se estaría enfermo; es decir, esto ya no dependería de uno mismo, como si fuera algo contagioso. Pero lo más peligroso de esto es que cuando se cae en manos poco éticas profesionalmente hablando, puede suceder que la enfermedad (no en sí la idea de ella como se puede llegar a pensar para aliviarse del bucle descrito anteriormente) se agudiza el doble cuando se llega al profesional y se concretiza de manera tan negativa. Esto porque lo que en un principio era una manera de aliviarse o adaptarse de manera natural a una etapa difícil de la vida, comienza a transformarse en el infierno que corresponde a los trastornos de la ansiedad que tanto escuchamos últimamente. Es por esto que lo que aconsejo siempre es ver las dos caras de la ansiedad: aquella que te ayuda a estar alerta cuando estás pasando un momento malo, y la ansiedad mala que es la que se ha transformado en un elemento destructivo. Estar ansioso es inclusive sano porque nos advierte de muchas cosas que en la vida nos pueden hacer daño y por tanto sin ansiedad no seríamos capaces de diferenciar algo riesgoso para nuestra salud. Por otro lado si exageramos en las “dosis” ansiosas, nos podemos transformar en seres muy nerviosos sin necesidad de serlo. Lo que se trata es de aprender a escuchar nuestro termostato de “alarma” ansiosa y tenerlo afinado para diferenciar bien entra las dos. Así podrás evitar llegar a entrar en el bucle externo social de la perfección y el estrés hasta encontrar un equilibrio sano. Aprender a conocer esto de nosotros mismos nos permite evitar que algo que sucede como normal se transforme en un ciclo perverso lleno de pastillas y síntomas crónicos. Aquí tienes nuestros talleres para aprender un poco más sobre la ansiedad, aprende a conocer tu ansiedad. José Ramón Carrillo

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