¿Y ahora qué?

Cuando una mujer se ve involucrada en el ciclo del maltrato, o cuando ha logrado salir de él, es totalmente comprensible que se plantee esta pregunta y que no encuentre una respuesta inmediata

Es una pregunta que podríamos hacernos tras vivir una situación difícil… Personalmente, me suscita incertidumbre al mismo tiempo que esperanza y ganas de seguir adelante. Cuando una mujer se ve involucrada en el ciclo del maltrato, o cuando ha logrado salir de él, es totalmente comprensible que se plantee esta pregunta y que no encuentre una respuesta inmediata. En un momento tan delicado, tener un espacio para rehacer su vida y volver a encontrar ese equilibrio que tanto anhela, se convierte casi en una necesidad. Cuando hablamos de violencia, es común pensar automáticamente en las agresiones físicas. Pero la violencia también puede ejercerse a nivel psicológico, verbal y sexual. Una vez sanadas las heridas visibles, el malestar que subyace en el individuo es el mental. Hablamos de un malestar tan profundo que escapa de nuestra comprensión. A modo de poder entenderlo y darle un sentido para poder aliviarlo, se buscan respuestas racionalizadoras; muchas veces se cae en el error de la autoculpabilización. Pero ¿es esta la solución? ¿Es así cómo vamos a conseguir aumentar la autoestima, la autoeficacia y la confianza en una misma y en los demás? ¿Es la culpa la que va a hacer desaparecer el miedo y la impotencia que nos invade? Dejadme que exponga otra perspectiva. Cuando una mujer maltratada decide buscar ayuda, lo suele hacer sola; lo hace pensando en ella y en sus hijos (en el caso de tenerlos), ya que éstos también son víctimas directas del maltrato. Pero no podemos generalizar, ya que en ocasiones el tema del maltrato se desvela estando en terapia de pareja. Es entonces cuando se dan cuenta que tienen sus propias capacidades para poder afrontar la situación. Capacidades que están escondidas porque el miedo no las deja salir. Pero haciéndolas conscientes y empoderándolas, ya se está dando un gran paso para acabar con el ciclo de la violencia. Hablamos de uno pilares que ante un episodio traumático de este tipo se desvanecen. Es elección de una misma volverlos a construir. El terapeuta se convierte en una especie de tutor en resiliencia que ayuda a fortalecer los pilares de la confianza, la autoestima, la identidad, la independencia, la autonomía, la introspección, reflexión y sentido crítico y la capacidad para relacionarse. Todas ellas son capacidades imprescindibles para poder afrontar las adversidades y poder seguir adelante. Por otro lado, poder elaborar una concepción distinta del problema puede contribuir en la búsqueda de estrategias para superar la situación. Consideremos también que el apoyo familiar y social es de gran importancia en este tipo de casos. Escuchar la voz de todos suele ayudar a comprender la situación desde otra perspectiva. La recuperación del trauma y la proporción de recursos para afrontar la situación, se convierten en objetivos imprescindibles. Y digo esto porque cuando una mujer maltratada buscar ayuda, está pidiendo implícitamente que se le ayude a activar sus factores resilientes porque no sabe cómo hacerlo. Lo que quiero transmitiros después de haber escrito estas líneas, es que sí, es cierto que la violencia de género produce daños en la salud física y psicológica. Y sí, es cierto que el propio maltrato puede dañar muchas de las capacidades resilientes. Pero la resiliencia, o dicho de otra forma, la capacidad para superar las adversidades vitales, es una capacidad que se puede trabajar y potenciar. De esta forma, la mujer se va empoderando, va siendo consciente de la situación y cada vez estará más preparada para poder afrontar las dificultades, hasta que pueda salir al fin de la relación de violencia. Ariadna Refusta

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