A veces no me entiendo ni yo

En ocasiones, podemos tener la sensación de no entendernos a nosotros mismos, de no saber lo que queremos ni hacia donde vamos. Como si estuviéramos en un túnel interminable desde el cuál no vemos la salida ni nuestro futuro.

En ocasiones, podemos tener la sensación de no entendernos a nosotros mismos, de no saber lo que queremos ni hacia donde vamos. Como si estuviéramos en un túnel interminable desde el cuál no vemos la salida ni nuestro futuro. Las crisis y las dificultades a veces provocan en nosotros ese malestar de no saber qué nos pasa, no permitiéndonos pensar con claridad. Las situaciones nos superan y nos vemos envueltos en dificultades de las que no siempre sabemos cómo salir solos. Cuando nos sentimos así, entran en juego muchos factores que pueden contribuir a nuestro malestar subjetivo. Una de las claves para aprender a afrontar situaciones difíciles es la confianza en sí mismo. La imagen que tenemos de nosotros mismos, nuestro autoconcepto, se va formando a raíz de nuestras relaciones interpersonales, especialmente con las personas más significativas de nuestro entorno. Además, influye la percepción de nuestras capacidades y nuestra propia singularidad y, a medida que vamos creciendo, nuestro autoconcepto se vuelve mucho más organizado, detallado y específico. La falta de confianza en nosotros mismos, la inseguridad, se permea en todos los factores de nuestra vida, haciendo que no estemos satisfechos con la forma como somos y nos comportamos, lo cual nos presenta una lucha interna de nuestro Yo real con nuestro Yo ideal. En muchos casos, la forma en que nos vemos y cómo nos gustaría vernos a nosotros mismos no coincide. He aquí la expresión “A veces no me entiendo ni yo”; “No sé quién soy ni que quiero”. Este conflicto implica un grado en el conocimiento personal de sí mismo, que incluyen cualidades, virtudes y límites, además de ser sinceros con nosotros mismos. A menudo, la falta de confianza está relacionada con críticas, frustraciones y experiencias del pasado; en donde nos hemos sentido fracasados, experiencias que nos han marcado…De tal forma que nuestro mecanismo de defensa genera una barrera, un muro de contención que no nos deja plena libertad para actuar ante las circunstancias actuales. Todos cometemos errores, pero lo importante es trasladarlos a enseñanzas prácticas de nuestra vida. Esto con el fin que de afrontar las cosas desde otra perspectiva, y no desde una barrera limitante, algo que solo llevaría a encerrarnos más en nosotros mismos y a limitar aún más nuestro comportamiento. Para superar esta lucha, debemos tener coraje de abrirnos porque la confianza en nosotros mismos también está ligada a la confianza hacia los demás. Irene Soler

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