En la actualidad muchas personas se niegan a comenzar un proceso de terapia debido a los mitos que giran alrededor de la misma. Los mitos son ideas erróneas sobre el proceso terapéutico, fundamentados en la información equivocada que circula, o también promovida por prejuicios de la sociedad. Este post se propone aclarar, de una manera breve, aquellos que más se escuchan en la sociedad y que también aparecen en la consulta.
La psicología no existe. No creo en los psicólogos.
La psicología es una ciencia y se rige mediante el modelo y el método científico.Los psicólogos somos personas que hemos estudiado una carrera universitaria y nuestros estudios se han dedicado a entender y comprender la conducta y la mente humana, analizando sus relaciones y sus vínculos, y cómo éstos inciden en su vida, entre otras cosas. Estamos formados en saber escuchar y observar a la otra persona. Y a partir de allí tener las herramientas para poder ofrecer una ayuda para fomentar el bienestar y una buena salud mental.
Ir al psicólogo es para locos.
Esto es absolutamente falso. Si bien es cierto que la terapia psicológica es necesaria para enfrentar determinados trastornos psicológicos, o resolver algunas crisis (ya sean vitales o no), el objetivo de la terapia no es brindar exclusivamente una cura a algo. Iniciar terapia significa que la persona está interesada en mejorar, y que está buscando aún más cosas (ya sean herramientas, autoconocimiento, oportunidades) que van a ayudar a que, si se presenta algún problema o una situación particular, se pueda enfrentarlo de una mejor manera.
No voy al psicólogo porque yo estoy bien así.
La persona que decide iniciar un proceso terapéutico no tiene por qué estar enfrentando algo puntual en ese momento. Es real que gran parte de las primeras consultas son motivadas por algo preciso que pueda estar atravesando la persona, pero el iniciar terapia implica mucho más que resolver un problema, o una situación que se este viviendo en ese momento. Hacer terapia es un proceso de autoconocimiento, de hacerse cargo de lo que a uno le pasa, y requiere de mucha fortaleza y responsabilidad. El fin último de la terapia no es resolver un problema, o evitar sentir tristeza, angustia o sensaciones asociadas a lo negativo.
Sus fines, entre otros, son poder brindar a la persona herramientas, ayudando a reconocer sus fortalezas y aprender a desarrollar su potencial. Iniciar una terapia demuestra el interés que tiene la persona en una mayor comprensión de sí mismo, lo cual requiere de un gran valor.
Para qué ir al psicólogo si puedo hablar con un amigo.
Se cree en general que ir a terapia es ir a hablar y conversar 1 hora con el terapeuta, y que, en el momento final, el paciente se irá con algún consejo que el psicólogo pueda darle después de esa charla que tuvieron. El proceso terapéutico no funciona así. Entre psicólogo y paciente se crea una relación en la cual el terapeuta va armando el camino para que la persona pueda descubrir aquello que ya sabe, pero que por algún motivo (puede ser su historia familiar, sus vínculos, un hecho puntual, etc) no puede acceder a ello y no puede ponerlo en palabras.
Entre psicólogo y paciente hay una relación recíproca de trabajo, de confianza, y de compromiso con el proceso; hay una colaboración mutua, y todo esto es lo que va a permitir que se vaya construyendo el camino a conocerse y a que vayan surgiendo determinados cambios.
Los psicólogos están analizando a la gente todo el tiempo.
Esto es algo errado. Es imposible para los terapeutas poder analizar a alguien ya sea en una charla informal, en una comida, o en la situación que fuere. El análisis es un proceso mucho más exhaustivo que requiere de un gran trabajo, de tiempo, y sobre todo de la predisposición de la persona de querer que suceda.
Para finalizar cierro este artículo con la definición de mito: «historia imaginaria que altera las verdaderas cualidades de una persona o de una cosa y les da más valor del que tienen en realidad». En este caso, en las ideas que se han expresado anteriormente, sucede lo contrario, ya que aquellos «mitos» que rodean a la terapia no enaltecen a la misma, sino que la envuelven de ideas erróneas y negativas. Es por ello que lo que define más a estas ideas serían prejuicios, que por definición son “una opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal».
Pilar Acuña